Allá los premian, aquí los corren
Manuel Padilla Muñoz.
En 1972, dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, llevaron a cabo una investigación que fue un escándalo político en los Estados Unidos durante el mandato de Richard Nixon, que culminó con la dimisión de éste, el 9 de agosto de 1974. Los periodistas recibieron la ayuda anónima de un informador que se hizo llamar Deep Throat (Garganta Profunda) cuya identidad no fue revelada hasta treinta y tres años después del escándalo.
En calidad de periodistas de investigación, Bernstein y Woodward utilizaron con frecuencia el teléfono y no vacilaron en contactar con centenares de interlocutores, desde secretarias hasta estudiantes, para contrastar sus fuentes con la información dada por Garganta Profunda. “Sigan la huella del dinero”, les orientaba constantemente su anónimo informante. Conscientes de la importancia del caso Watergate, consiguieron sacarlo a la luz pública.
Ambos periodistas ganaron en Estados Unidos el Premio Pulitzer por su trabajo que terminó con la caída de Richard Nixon como presidente de los Estados Unidos, el hombre más poderoso del mundo, el semidios que se creía -como ahora- dueño de millones de vidas de seres que pueblan este planeta. Fue de tal relevancia el caso Watergate que bien se puede considerar al periodismo de ese país como “antes y después de Watergate”.
En México. La periodista de investigación Carmen Aristegui y su muy profesional equipo investigaron y dieron a conocer el escándalo de la “Casa blanca-Televisa- Higa”, con un valor de 7 millones de dólares, que implica a la esposa del presidente, Angélica Rivera, así como la millonaria casa del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, o la red de prostitución en la que estuvo implicado el presidente del partido gobernante PRI en la capital de México.
No solamente Carmen Aristegui, sino sus compañeros Daniel Lizarraga e Irving Huerta fueron despedidos por la empresa MVS por haber comprometido, sin autorización, supuestamente, el nombre de la empresa para promover Mexico-leaks, un sitio para recibir filtraciones que pudieran destapar casos de corrupción en México. Un equipo conformado por medios de comunicación y organizaciones civiles lanzaron MéxicoLeaks, una plataforma digital que permitirá recibir filtraciones de información relacionada con actos de corrupción, delitos y violaciones de derechos humanos. Algo a lo que más le temen los gobernantes peñistas y priistas que están saqueando al país. El caso fue debidamente aprovechado por la empresa MVS y despidió a los tres mejores periodistas de investigación cuya labor tanta falta hace en México.
En el marco de la lógica, la sanción a los periodistas investigadores fue excesiva. Bastaría, porque la falta -si es que la hubo- no ameritaba más que una llamada de atención o una sanción de suspensión de labores por un mes y que los acusados se retractaran de seguir en Mexicoleaks; pero no un despido fulminante que considero, repito, excesivo.
Fue así como el presidente Enrique Peña Nieto y sus compinches se deshicieron del peligro -para ellos y su grupo- del periodismo crítico e investigador que les estaba resultando incómodo y de paso enviarían un “mensaje” a quienes investiguen y critiquen a los priistas depredadores del erario público.
O sea, en Estados Unidos a los buenos periodistas los premian; aquí los corren, atacan y estigmatizan.
Para el analista Orazio Potestá, Watergate fue emblemático porque por primera vez, después de 200 años de vida republicana, caía un presidente en Estados Unidos con las manos en la masa; hizo creer que los periodistas de investigación eran uno en cien y que tenían las características de un investigador en los genes. Ahora se ha desmitificado esa creencia. “Lo principal para un periodista de investigación es que deber ser picón, aguerrido. No le debe gustar que le mientan.”
Señala, además, cuatro elementos sobre este caso que influyeron en el periodismo de investigación:
1.- Desmitificación de las figuras políticas: el caso Watergate hizo que el periodista norteamericano aprendiera a perderle miedo a la figura del presidente. Existían mandatarios que eran semidioses en EE.UU. Sin embargo, llegaron a confrontar la información con la más alta autoridad.
2.- Búsqueda de información: los periodistas conseguían documentos en la biblioteca, se pasaban horas leyendo papelitos, buscando fuentes, checando una lista inmensa. Llamaban a sus fuentes a las 11 de la noche y no les daba vergüenza. Llamaban a la Casa Blanca a cualquier hora e insistían para que les brindaran información.
3.- Manejo de la fuente anónima: nunca hubo una fuente visible respecto a las acusaciones, todo era en función a lo que decía ‘Garganta Profunda’. Sin embargo, hubo cruce de información y contraste de fuentes.
4.- No hay apuro: uno no tiene motivo para apurarse en publicar. La continuidad del caso Watergate muestra que hubo épocas en las que no se publicó nada en cuatro meses. Y nadie se murió. Se debe dejar que la información madure, para que uno descanse, vuelva a repensar la investigación y para que el caso vaya avanzando solo. Estos elementos del caso Watergate sirvieron y servirán para las investigaciones futuras.
En el caso mexicano, ¿quién ganó y quién perdió? Perdió México pues se terminó con un naciente periodismo de investigación, considerando la premisa de que el periodismo verdadero consiste en investigar la verdad y… ¡darla a conocer!, es decir, publicarla, lo que no sucede en nuestro país pues persiste la idea generalizada de que un periodista gana más por lo que calla que por lo que publica. Ganó la pandilla de priistas encabezada por Enrique Peña Nieto pues de esta manera podrán saquear al país -aún más- sin molestia alguna.
En Coahuila y en Torreón estamos igual. El periodismo está sometido a los caprichos del moreirismo encabezados por Rubén Moreira que jamás castigará a los responsables de la mega deuda, por ejemplo, porque su hermano Humberto es el principal responsable. Las políticas editoriales de los medios de comunicación im- portantes, prensa escrita, tele- visión y radiofónicas, se deter- minan en las oficinas de comu- nicación social y el despacho del señor gobernador. Claro, a cambio de grandes sumas por “publicidad” y favores políti-cos. En Torreón es igual, o peor. Tenemos un periodismo ratonero, atrasado en más de 50 años y con medios de co-municación que han perdido su credibilidad. Y si los críticos no nos plegamos a sus caprichos corremos el riesgo hasta de aparecer en su “narcolista” de periodistas al servicio del crimen organizado que su omnibulada visión política le brinda para amenazarnos.
Sacapuntas
Las recientes lluvias en Torreón dejaron destruido el pavimento en un 70 por ciento de la ciudad. El mismo alcalde Miguel Riquelme dio a conocer que se requiere de una inversión de más de 20 millones de pesos para su solución. Y no los hay. La memoria social recuerda que fue la misma cantidad que el edil lagunero “donó” al equipo de futbol Santos cada año. Es decir, si no hubiera sido tal derroche, habría 20 millones de pesos para reparar el daño. Hoy la ciudad está llena de baches que resulta casi imposible transitar por nuestras calles. Tiene razón el alcalde Riquelme: ¡Que se jodan los torreonenses! El ya tiene asegurado su palco preferente en el estadio del Santos Laguna.
manuelpadillaperiodista@hotmail.com
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